Resultó imposible que centrales obreras, empresarios y Gobierno nacional pudieran acordar el incremento del salario mínimo en Colombia para este 2024. Como ocurrió también a finales del 2022 para definir el mínimo del año 2023, recién asumida la Presidencia por el Gobierno Petro, el mínimo tuvo que ser establecido por decreto. Este año quedó fijado en 1 millón 300 mil pesos, lo que representa un aumento del 12%. El auxilio de transporte pasó de 140 mil 606 pesos a 162 mil pesos. Sin embargo, esos 140 mil pesos de diferencia para el salario y los 21 mil 394 pesos de más frente al transporte no resultan ser tan ganadores para muchos trabajadores y tampoco para el sector productivo del país.
A la par con el aumento del mínimo comenzaron a subir, incluso desde diciembre pasado, los precios de varios productos y servicios, entre ellos de la canasta básica como alimentos, elementos de higiene y aseo, transporte público, que no permiten que el asalariado pueda aumentar su consumo como lo espera el Gobierno, por el contrario lo disminuye. Justamente la presión inflacionaria fue el factor que contuvo llegar a un consenso y estuvo presente en cada debate de las negociaciones infructuosas. Los empresarios aseguran que cualquier aumento brusco del mínimo puede influir en el crecimiento de la inflación; es decir que si se incrementa el salario y no la capacidad productiva, el resultado es que los precios tienden a subir y se afecta el poder adquisitivo como está sucediendo.
El Gobierno debe este año aplicar por fin medidas para disminuir la inflación, que sigue siendo muy alta a pesar de que concluyó el 2023 con una tendencia decreciente. ¿Qué puede hacer entonces? Claramente lo han dicho analistas económicos. El Gobierno nacional tiene que decidirse a reactivar la economía que viene en proceso de desaceleración marcada, con una contracción del -0,4% de acuerdo con reportes del DANE a octubre y con un seguro decrecimiento para este año. Tiene que enfocarse en incentivar la generación de empleo formal, creando las condiciones para ello, y no es justamente con reformas, como la laboral que está en trámite en el Congreso de la República, como lo puede hacer. Se suma que siguen siendo altas las tasas de interés en Colombia, a pesar de la leve disminución que hizo el Banco de la República el año pasado, pero no le permiten al empresario invertir y generar ese empleo formal que se requiere, ni al asalariado consumir. Así las cosas se hace más difícil una recuperación económica que lleve a los empleadores a pagar tranquilamente el incremento del salario mínimo, porque no solo son dos valores, también hay que incluir en esta ecuación laboral las horas extras, que en horario diurno tienen un recargo de 25% y si es nocturno del 75%, y el pago de domingos y festivos laborados que representan un recargo del 75% sobre el valor del día de trabajo y en proporción a las horas laboradas.
Para el ministro de Hacienda, Ricardo Bonilla, el alza del mínimo fue prudente teniendo en cuenta que los empresarios pretendían que fuera menor al 10% y las centrales obreras propusieron el 18%. Una vez decretado el incremento, el ministro le asegura al país que se espera que la inflación siga bajando hasta el 5% para ganar poder de compra, ojalá eso suceda así porque si los pronósticos para este 2024 se cumplen estaremos viviendo dificultades económicas bien difíciles de superar.