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Nuestro sistema electoral permite que cualquier ciudadano que cumpla con unos requisitos básicos se postule a un cargo de elección popular. Entre lo exigido para ser alcalde, por ejemplo, está ser colombiano en ejercicio, haber residido o desempeñado alguna actividad profesional, industrial, comercial o laboral en el municipio durante por lo menos 2 años anteriores a la fecha de inscripción y no estar incurso en alguna inhabilidad. Así las cosas, es un derecho querer ser elegido, pero lo que se vuelve excesivamente complejo con este beneficio que otorga la democracia es que llegan a ser tantos los candidatos que el elector queda en un medio de enredo para decidir y votar.
Eso está ocurriendo en esta campaña a la Alcaldía de Manizales y en otros municipios de Caldas, donde de una decena configura el abanico de candidatos. En esta capital son aún 11 tras la decisión de la Registraduría Nacional que no le validó a Carlos Alberto Arias las firmas necesarias para que siguiera en contienda. Faltan solo 52 días para las elecciones y pocos de los 11 que permanecen muestran real interés de hacer adhesiones para reducir la lista, lo que le permitiría al votante tener mayor claridad para conocer de propuestas y programas de gobierno. Los hoy candidatos a la Alcaldía deberían mirarse honestamente con sus equipos de campaña y definir si en este punto tienen de verdad la posibilidad de llegar al cargo o deben dar un paso al costado y sumarse a otros más fuertes.
Ya habíamos mencionado que no es tiempo de veleidades ni de vanidades personales, mucho menos de seguir insistiendo casi hasta el final de la campaña y ahí sí sumarse a otro para conseguir réditos como puestos en una futura administración; tampoco de ir hasta el final animado solo en hacerse contar electoralmente. Nada de eso es ético ni responsable. El momento que vive la ciudad no está para dar esas largas. Elecciones con un grupo grande de aspirantes no dejan nada bueno, lo que hace es dividir tanto la votación que quien gane podría quedar con un margen poco representativo para gobernar.
La invitación, que ya habíamos hecho hace un par de meses, es que los candidatos que dicen querer tanto la ciudad, la pongan por encima de sus intereses personales y partidistas. Mostrar la capacidad de llegar a consensos claros, por encima de la mesa, sería un muy buen mensaje para una sociedad cansada de negociados electorales y de acuerdos clientelistas. Si hoy se le pregunta a un ciudadano desprevenido sobre el conocimiento de los 11 candidatos a la Alcaldía de Manizales, poco tiene para decir y menos para decidir. Lo que seguro cambiaría si se redujera el número.


Estar a menos de dos meses del día de elecciones es ya muy poco tiempo para hacer visible a un candidato y captar electores, por eso es que cualquier tipo de alianza política debe darse en el menor tiempo posible. Manizales no se merece un nuevo alcalde que llegue con poca representatividad. Si hay un momento de la historia local que requiera de la participación de la mayoría es este. Por eso la invitación no solo es para los que hoy aspiran como candidatos, también para que el ciudadano exija, se informe por medios adecuados de quiénes son y qué proponen, y el próximo 29 de octubre salga a votar por el de su preferencia. Ojalá que para ese momento sean menos de la mitad.