Una lucha en defensa de la igualdad, que duró 26 años, tuvieron que enfrentar las mujeres en Nueva Zelanda para acceder al derecho al voto. Fue el primer país del mundo en permitirlo para mujeres, pero fue limitado. Contrario a los hombres, que podían hacerlo sin restricciones. Además, en ese país oceánico transcurrieron 40 años para que pudieran ser candidatas en unas elecciones, y en 1933 Elizabeth McCombs fue la primera en llegar a la cámara. Desde 1791 en el mundo venían moviéndose fuerzas, luego en plena Revolución Francesa Olympe de Gouges fue condenada a muerte por reclamar para las mujeres los mismos derechos políticos de los hombres.
Tras esas batallas que libraron valientes mujeres en el mundo, tildadas de revolucionarias y hasta de dementes solo por pedir igualdad de derechos, por fin el acceso femenino al voto llegó a Colombia el 25 de agosto de 1954, 61 años después de ser aprobado en Nueva Zelanda. Aquí en el país ya lo venían haciendo los hombres desde 1936. De este contexto nacional ya pasaron 69 años y la participación electoral como una de las manifestaciones esenciales de ciudadanía, no ha mejorado para el género femenino en Colombia como se quisiera, en especial para llegar a ser candidatas a cargos de elección popular.
Las proyecciones del DANE al 2023 señalan que de los 52,22 millones de habitantes que tiene el país, 26,73 millones son mujeres (51,2%) y 25,49 millones son hombres (48,8%). Eso quiere decir que algo malo anda en la ecuación para abrir posibilidades de participación política y de representación electoral. Muy malo que sigan existiendo partidos y movimientos políticos cuyos jefes tienen en cuenta a las mujeres, pero solo para que les sumen votos -al ser mayoría en Colombia- o para que aparezcan como parte de una multitud en reuniones políticas para fotos y videos. Más malo todavía que las utilicen los partidos -o se dejen usar- para rellenar listas de candidatos a cargos plurinominales (concejos, asambleas, juntas administradoras locales, Congreso de la República) a sabiendas de no tener posibilidades o sin saber siquiera a lo que las están postulando. Muchos de esos casos han ocurrido en Caldas.
Un ejemplo que muestra todo lo que nos falta como sociedad para alcanzar la equidad que promulgaron las normas hace 69 años es lo que está ocurriendo para las elecciones de este 29 de octubre. En Caldas, la proporción de candidatas para concejos, Asamblea y JAL es mayor a la de las alcaldías, donde de 141 candidatos inscritos solo 16 son mujeres, los 125 restantes son hombres; 2 mujeres más de las que hubo en los comicios del 2019; es decir que la proporción no crece. Para la Gobernación no hay ninguna candidata. La Registraduría indica que la participación política femenina en todo el país representa este año el 39% y pocas son las posibilidades, según la estadística, de que sean elegidas, manifestó una politóloga en un informe que publicó LA PATRIA sobre este tema, basada en que todavía se vota con base en estereotipos de poder y autoridad.
Todavía nos falta mucho para establecer condiciones de equidad política y electoral en Colombia, pero también de seguridad y garantías para que las mujeres participen realmente y pongan sus nombres a consideración del electorado en igualdad con los hombres; sin que a ellas les exijan más que a ellos en lo académico, lo laboral y lo político. ONU Mujeres estima que se necesitarían por lo menos 150 años para alcanzar un balance de género en alcaldías y 164 años para gobernación; claro está que hombres y mujeres deben mostrar que saben hacerlo y tienen con qué, es lo mínimo que se busca en todos.
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