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La comisión de la Fiscalía adelanta la búsqueda de los restos del padre Darío Valencia en zona rural de Viterbo. No obstante, aún no ha sido posible ubicarlos.
LA PATRIA | Manizales
Desde el momento en que se conoció la confesión del posible responsable de la muerte y desaparición del sacerdote caldense Darío Valencia, las autoridades emprendieron la búsqueda del cuerpo entre La Virginia (Risaralda) y Viterbo (Caldas), donde supuestamente lo enterró.
El señalado, en París, a donde huyó, le dijo a un fiscal especializado que asesinó al padre de cuatro disparos en Pereira y luego, en la misma camioneta, llevó el cuerpo para enterrarlo.
El hombre entregó unas posibles coordenadas de ubicación, pero hasta las 9:30 a.m. de este miércoles (18 de septiembre) no ha sido posible hallarlo. Se han adelantado exploraciones sobre el terreno que indicó el sujeto, pero es "como buscar una aguja en un pajar".
Se requiere la participación del indiciado para que indique el sitio exacto donde dejó el cuerpo.
Ahora se enfocan en los trámites con la Cancillería para que este mismo sea extraditado y le dé la cara a la justicia colombiana.
La historia
Julián Eduardo, el hombre señalado como el presunto responsable de la desaparición del sacerdote caldense Darío Valencia Uribe, quien continúa bajo custodia en una cárcel de París, confesó haber matado al padre, también que habría ocultado el cuerpo, al parecer en una zona rural del departamento de Caldas.
LA PATRIA conoció a través de Q'hubo Pereira que el fiscal especializado y un investigador del Gaula de la Policía Nacional, que viajaron a la capital francesa desde el domingo 8 de septiembre, regresaron a Pereira en la mañana de este lunes (16 de septiembre) con la declaración del señalado, quien además entregó coordenadas del sitio donde podría estar el cuerpo del padre, oriundo de Risaralda (Caldas). De inmediato, una comisión se desplazó a la zona en búsqueda de los restos.
Se conoció que, además del trabajo de persuasión que realizaron el fiscal y el investigador del Gaula, influyeron en su decisión de confesar las condiciones de reclusión en la cárcel europea, toda vez que no habla el idioma y no tiene recursos para comunicarse con su familia, pues cada llamada puede costar hasta 5 euros. Tal parece que tampoco le ha ido bien con la alimentación, pues está flaco, su aspecto físico ha cambiado.
El encuentro
Gracias a las gestiones diplomáticas y judiciales se logró que trasladaran a Julián desde la prisión de Fresnes hasta el Tribunal de Créteil en Francia, una ciudad cercana a París, para realizar la diligencia judicial.
Julián Eduardo al principio se mostró apático con la Fiscalía y el investigador, quienes llegaron muy preparados para hacer el interrogatorio, con una meta clara: que confesara y poder así avanzar en este caso, que es prioridad para la Fiscalía desde el 25 de abril de este año, día de la desaparición.
Al día siguiente de nuevo acudió a la cita con la Fiscalía y acompañado de las autoridades francesas, quizá, al darse cuenta de la cantidad de evidencias que el ente acusador ya tenía en su contra, para señalarlo como el único autor del asesinato.
Reconoció que actuó solo, es decir, no habría más personas involucradas en el crimen. Admitió que asesinó al padre Darío de cuatro disparos y que ocultó el cuerpo en una zona boscosa, dio todos los detalles del suceso, los cuales serán revelados posteriormente, y entregó las coordenadas del sitio donde supuestamente ocultó el cadáver.
El interrogatorio se desarrolló entre el viernes y el sábado pasados, ante un juez francés y el fiscal especializado de Pereira. La primera jornada se prolongó por 5 horas aproximadamente y el sábado duró cerca de 7 horas. Todo quedó grabado en video.
Confirmó las pruebas
Según las evidencias recopiladas por la Seccional de la Fiscalía, Julián Eduardo fue la última persona vista junto al sacerdote el jueves 25 de abril, cuando salieron de la parroquia en una camioneta gris, propiedad del padre Darío. El hoy investigado confirmó que lo habría asesinado en Pereira y que transportó el cuerpo hasta una zona rural de Viterbo.
Esto confirma otras evidencias que lo vinculan directamente, las cuales indican que el indiciado llevó el vehículo del sacerdote a un lavadero de carros ubicado frente al cementerio de Viterbo, se llevó una silla de la camioneta que estaba manchada de sangre y luego ingresó el automóvil al parqueadero donde pagó un mes por adelantado.
En el mismo lavadero se encontraron objetos de interés para la investigación en una caneca de basura: el rosario del padre, sus tres juegos de llaves y una carterita de cuero con imágenes santas. Además, se descubrió una bolsa que contenía uno de los tapetes del carro, el cual estaba ensangrentado.
Durante la inspección realizada a la camioneta por el grupo de criminalística de la Fiscalía, dentro de las instalaciones de la URI de Pereira, se descubrió un impacto de bala en el tablero, la cual será objeto de análisis por los peritos de balística.
El delito
Si bien ya confesó a la Fiscalía su crimen, solo será procesado por homicidio cuando aparezca el cadáver del padre, por lo pronto se le achaca desaparición forzada, el cual tiene una pena mínima de 40 años de prisión.
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