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Según el experto, no es recomendable que los padres reemplacen una mascota con otra.
LA PATRIA | MANIZALES
Las mascotas han tomado un rol relevante dentro de las familias y solo quienes las han tenido saben lo doloroso que es cuando mueren.
Según un Informe de Percepción Ciudadana de Manizales Cómo Vamos, el 60,7% de los hogares en el 2022 tuvo mascota, siendo las personas entre los 36 y 45 años los que más registraban (69,2%) seguidas de aquellas entre los 18 y 25 años (66,7%). Además, fue el perro el que más presencia tuvo en el hogar (70%) mientras que un 51,1% manifestó tener gato.
LA PATRIA consultó al psicólogo Juan Carlos Salazar Jiménez quien explica que antes las mascotas eran vistas para cumplir determinado fin. Es decir, tener el perro para cuidar la casa o el gato para cazar ratones.
Ahora son acompañantes emocionales de las personas y "de un momento a otro el mundo comenzó a entender que las mascotas cogieron mucha importancia, el ser humano le dio un sentido emocional a los animales y por eso hoy se habla de la consciencia de la vida animal o del reino animal".
Añade que el ser humano evita la soledad, no entiende que por momentos necesita estar solo y para esquivarla piensa en tener una mascota. Asimismo, cuando llegan los hijos, algunos padres ven en un animal una buena compañía para ellos.
"Como le dimos tanto poder a las mascotas nosotros los psicólogos cometimos un pequeño error. Comenzamos a decir que para acompañar a los seres humanos lo mejor era una mascota. Entonces comenzó un cambio de todos esos apegos emocionales de nuestros hijos y se los entregamos a la mascota para que ellos se sientan acompañados. Los papás le dan a los niños una mascota para que se entretuvieran y le dimos tanto poder a la mascota que a veces lloramos más por ella que por un familiar que falleció o un amigo perdido".
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Frente al duelo
Algunos padres para evitar el sufrimiento de sus hijos por la pérdida de su mascota le dan otra, "es bueno reemplazar una mascota con otra?
Cuando el animalito muere, sea la edad que sea, el vínculo emocional es muy alto. No se puede reemplazar una mascota con otra porque ese vínculo emocional no es el mismo. Es un ser querido al que le hemos dado demasiada importancia, hay crisis, hay depresión, hay tristeza, hay llanto, hay ansiedad, hay aburrimiento, hay soledad. Hay que pasar el duelo y demora días o meses y ahí es donde papá y mamá tienen que aprender a reconciliar y a tomarse el tiempo que la mascota se tomaba con el niño.
Es una tarea de los papás entender que cuando fallece una mascota deben apropiarse del rol, del concepto de soledad del hijo y no reemplazar una mascota con otra tan rápido, sino darle tiempo para que entienda que en la vida hay ausencias, que la mascota no es un juguete que viene a reemplazarnos la vida, sino un ser viviente que viene a acompañarnos en nuestros momentos.
Hacerle duelo a la mascota es igual que lo que pasa con los seres humanos. Cuando fallece un ser querido hacemos un pequeño altar e igual se debe hacer con la mascota. Hay que hacerle entender que no vuelve, que ese es el ciclo de la vida y la muerte.
Expresiones como no querer vivir por la muerte de la mascota son normales...
Cuando hay chicos que están tan apegados y tienen tanta crisis por la ausencia de la mascota no solo hay que mirar con la mascota qué fue lo que pasó, sino cuál es el detonante emocional que tiene el niño en depresión o ansiedad frente a lo que es la vida. Como papás tenemos que entender cuál fue el significado que tenía esa mascota y cuál era la importancia que le daba sobre los afectos. Entonces hay que abrazar, acompañar, caminar y ocupar un poco los espacios que la mascota le ocupaba a diario.
En ese sentido, ¿se debe buscar ayuda psicológica?
Hay que ir a terapia. Si el niño expresa eso para mí la mascota simplemente enmascarando una depresión, soledad. Si el niño está tan afectado es porque tiene unos indicadores de depresión que se dispararon por otras cosas.
Cuando fallece una mascota es normal que los niños bajen su rendimiento académico, no quieran comer, dormir solos, ni volver a ver animales.
No hay que forzarlos, hay que darles tiempo para entender teniendo en cuenta que la edad también influye. Es decir, no es lo mismo que se muera una mascota en un niño de 1 año a 5 años a uno que tenga de 5 años a 7 años, que tiene un poco de conciencia y mucho menos entre los que tienen 7 años a 11 años, que entienden la dinámica de la vida que es vivir y morir.
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